NÍMES 2010
Hay momentos en la tauromaquia que no pertenecen al tiempo, sino a la memoria colectiva del arte. Instantes que no pueden explicarse, solo sentirse.
Nîmes Domingo 23 de Mayo de 2010 fue uno de ellos.
En medio de la arena dorada, con el murmullo antiguo del anfiteatro romano rodeándolo todo, el Genio decidió romper la lógica de lo previsible. Colocó una silla blanca frente al toro, como si invitara a la inspiración a sentarse con él.
Tras empezar la faena sentado en la silla suspendido en un silencio imposible, se produjo la imagen que después viviría para siempre.
Un diálogo sin palabras, nacido de la arena y del arte. No era solo el fin de un combate, sino la culminación de una creación artística.
La luz, la postura, la quietud —todo quedó detenido como en un cuadro.
No era una escena buscada: era una revelación.
Por eso esta imagen se ha querido inmortalizar en camisetas y sudaderas: porque no es simple recuerdo, sino símbolo.
Porque representa la esencia de la inspiración que no se entrena, del valor que nace desde dentro, del arte que decide manifestarse solo en unos pocos momentos de la vida.
Nîmes no fue una faena más.
Fue una lección de belleza.
Una conversación entre un hombre y un toro, en la que ambos terminaron por convertirse en imagen eterna.


